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evidencia 8

Espero a Susana que llegará en cualquier momento. Le traje un vestido nuevo que va perfecto con sus zapatos rojos, los mismos que usó el día de su boda. Fuimos tan felices de saber que no fuera cierto, de saber que la vida es una broma muy mala en la que a veces podemos encontrar agua dulce en el oleaje de esta mujer. Es verano, tengo la ropa ideal para estar al sol con ella y la playa, el calor de su mirada y le pediré consejos porque ella tiene muy buen gusto y sentido de la moda.

Llegó con el oporto y la mirada encendida de experiencia. La vida trajo la esperanza perdida de donde surgimos. Trajo de nuevo luz a esta casa llena de sueños colgados como estrellas en cada una de sus esquinas. ¡Al fin llegaste mi niña! Fueron muchos intentos mal logrados, tenía piezas sueltas de todas las mujeres que conocí y me rompieron el corazón. Sin que lo supieran rescaté de ellas lo mejor que se pudo, construcciones imaginarias de perfección. Esa que tu, mi imperfecta Susana, no tienes en absoluto. Tendré que hacer algo con ese material, alguien puede venir a buscarlo y no quiero perder más nuestro tiempo en que ahora somos dos, el mismo aliento de ternura y mar.

La lluvia anuncia hoy el carnaval de tiempo que no para, de naturalezas y emociones sucediéndose como olas, una a otra, empujando este tren de tiempo hacia la nada, con velocidades impredecibles que nos hacen ver que llegamos tarde. Pero no te preocupes, que más trenes vendrán y en algún punto volveremos a coincidir. Ya estamos juntas y te ves muy linda esta noche, demos otro paseo. Hay que bailar porque Cuba aportó estos sones que ahora son el movimiento de tu cuerpo entre mis piernas. Siento desparecer cuando escucho tu placer y mi existencia se hace más aguda. Puedo percibir tu oleaje con mis dedos, eres ese oleaje en que aprendí a no sentir miedo porque ya nada podemos perder, somos de mar y en lo profundo se está a salvo, en tus ojos, en tus brazos.

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