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evidencia 8

Espero a Susana que llegará en cualquier momento. Le traje un vestido nuevo que va perfecto con sus zapatos rojos, los mismos que usó el día de su boda. Fuimos tan felices de saber que no fuera cierto, de saber que la vida es una broma muy mala en la que a veces podemos encontrar agua dulce en el oleaje de esta mujer. Es verano, tengo la ropa ideal para estar al sol con ella y la playa, el calor de su mirada y le pediré consejos porque ella tiene muy buen gusto y sentido de la moda.

Llegó con el oporto y la mirada encendida de experiencia. La vida trajo la esperanza perdida de donde surgimos. Trajo de nuevo luz a esta casa llena de sueños colgados como estrellas en cada una de sus esquinas. ¡Al fin llegaste mi niña! Fueron muchos intentos mal logrados, tenía piezas sueltas de todas las mujeres que conocí y me rompieron el corazón. Sin que lo supieran rescaté de ellas lo mejor que se pudo, construcciones imaginarias de perfección. Esa que tu, mi imperfecta Susana, no tienes en absoluto. Tendré que hacer algo con ese material, alguien puede venir a buscarlo y no quiero perder más nuestro tiempo en que ahora somos dos, el mismo aliento de ternura y mar.

La lluvia anuncia hoy el carnaval de tiempo que no para, de naturalezas y emociones sucediéndose como olas, una a otra, empujando este tren de tiempo hacia la nada, con velocidades impredecibles que nos hacen ver que llegamos tarde. Pero no te preocupes, que más trenes vendrán y en algún punto volveremos a coincidir. Ya estamos juntas y te ves muy linda esta noche, demos otro paseo. Hay que bailar porque Cuba aportó estos sones que ahora son el movimiento de tu cuerpo entre mis piernas. Siento desparecer cuando escucho tu placer y mi existencia se hace más aguda. Puedo percibir tu oleaje con mis dedos, eres ese oleaje en que aprendí a no sentir miedo porque ya nada podemos perder, somos de mar y en lo profundo se está a salvo, en tus ojos, en tus brazos.

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Saco la imagen que encontré tarde, después de cinco años, en el tercer viaje, justo cuando no era mi intención encontrarla. Desesperadamente rastreamos la ciudad con sus iglesias e imágenes. Era una invención para justificar el hecho de no poder salvar tu vida. El cáncer mata y punto. Vivir, de algún modo, también es ir muriendo, ser muertos por causa del tiempo y las circunstancias a las que nos expone hacer una vida. Rezo a la Santa Cordurita para que no sea cierto, que aleje de mí la esperanza con la que despierto abrazándote. Tenerla junto al pecho, después de un baño con agua de coco y poner azúcar en el shampoo. Dice Iván que no es magia sino leyes físicas, que se neutralizan las energías, se alejan las malas vibras. Una veladora de canela y azúcar, que endulce mi corazón, que el latir del colibrí sea mi alma alegre. Mar dulce. Como tu voz T o este recuerdo. La esperanza de nuevo. Santa Cordurita, te encontré tarde, no quisiste aparecer cuando necesitaba el milagro, agua bendit

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