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de la dignidad y esas cosas

Aquí voy de nuevo. … encerrada en pensamientos como en la casa, como en la vida y la soledad. Ésta última y primera siempre mía y mi silencio. Otra noche vacía, con hilos que no llegan hasta estas manos cansadas de no empezar. De soledad y silencio esta muralla que me aísla de la idea de mi. Cargo este dolor en la espalda como mi propio peso, puedo sentir como se clava y sube por la espina hasta la memoria, activa recuerdos, daña músculos, daña el alma, solo un poco.
La dignidad me quedó en los pies, el espíritu se fue cuando descubrí que Dios era un disfraz del mal para no hacer preguntas tontas. Me quedé sola y sin ganas. Me quedé con tu cuerpo y mis recuerdos, con tu ropa y tu vacío. Mi silencio, el malestar, tus cajones llenos y sin abrir, los míos vacíos y sin mi.
¿Cuál es el camino? He sentido, desde que siento, que esto no es lo que debiera. Mi vida va marcada por una sensación de temporalidad, todo es un mientras, una pausa. Así ha pasado todo el tiempo. De nada a nada. Como si la realidad me esperara en algún rincón del futuro. Falso. Mentira. Todo es mentira. Yo misma soy una mentira. Digo lo que no soy y no digo mucho. Lo gris será siempre gris. No todas las orugas tenemos alas, y si algunas lo logran, descubren al vuelo que eran de papel, que dejaron de serlo con solo pensarlas. Abrir ventanas buscando mi gran mentira. Cerrarlas porque solo encuentro planes y futuros rotos. Nada instantáneo, ni este presente que respiro.
Un alguien que no existe y me espera. A quien espero para arrancar con mi majestuoso plan. El plan se queda ahí enterrado en la indecisión. Se decide a partir de premisas aún sin formular.
No hay hilos, no hay banda. No habrá mas mentiras que arranquen lágrimas, ni vida ni risa. Nos han descubierto y tenemos que huir antes de empezar a creer lo que nunca fuimos. La invasión de las palabras, que regresaron a estas bocas asesinas para cobrar algunas deudas.

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