He repetido las mismas palabras desde febrero y ahora tengo la sensación de no entender mi propia lengua. No sé si soy Susana o ella sigue durmiendo. Perdí la noción del tiempo y la espera me llevó a probar los más amargos besos que nuca quise dar. Convertirme en tres personas y tal vez eres una visión del futuro que está aquí a la vuelta pero nuca llega, no termina de caer. Avanzar hacia las puertas que su sonrisa abrió la otra noche y otra vez estoy hablando con su recuerdo.
Saco la imagen que encontré tarde, después de cinco años, en el tercer viaje, justo cuando no era mi intención encontrarla. Desesperadamente rastreamos la ciudad con sus iglesias e imágenes. Era una invención para justificar el hecho de no poder salvar tu vida. El cáncer mata y punto. Vivir, de algún modo, también es ir muriendo, ser muertos por causa del tiempo y las circunstancias a las que nos expone hacer una vida. Rezo a la Santa Cordurita para que no sea cierto, que aleje de mí la esperanza con la que despierto abrazándote. Tenerla junto al pecho, después de un baño con agua de coco y poner azúcar en el shampoo. Dice Iván que no es magia sino leyes físicas, que se neutralizan las energías, se alejan las malas vibras. Una veladora de canela y azúcar, que endulce mi corazón, que el latir del colibrí sea mi alma alegre. Mar dulce. Como tu voz T o este recuerdo. La esperanza de nuevo. Santa Cordurita, te encontré tarde, no quisiste aparecer cuando necesitaba el milagro, agua bendit
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