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tres minutos

Somos al mismo tiempo cada una de las ideas que los otros tienen de nosotros mismos. Habitamos pensamientos y sueños en los que morimos y renacemos según el olvido. Soy todas las imágenes que quieras pero soy en tu mente el recuerdo que te amo, tres minutos y la vida es otra, monotonía y trascurrir de días como cigarros en tus dedos y pensamientos en tus labios.

Tal vez no existo, pero aun me estremece recordar tu aliento con memoria visual o táctil. Caminamos ya por Lisboa y no te has enterado porque eres otra con quien duermo y hablamos de que el color es una ilusión, de que el futuro no existe y ya es tarde mi niña, corre que no llegamos.

Amo que no me necesites y no se si piensas en mi. Vives en mí y eres el color de mi día, encerrada tal vez en una ciudad pero infinitamente libre en mi cuerpo que te piensa cada instante. Camino entre estrellas que tus ojos dejaron por aquí en todo esto que voy pisando. Son mi modo de mirarte y besarte, cada ilusión que se tiene de la realidad, cada realidad según el plano en el que nos encontremos esta vez. Seguir escribiendo una historia interminable bordada con la ilusión (una vez mas) de que te quiero, que esperamos ansiosas que sea febrero para reacomodar esta caja de en que ya no importa si te encontré o me has sorprendido, en que lo importante es contemplarte en mis ojos y que el instante sea este eterno encuentro.

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Saco la imagen que encontré tarde, después de cinco años, en el tercer viaje, justo cuando no era mi intención encontrarla. Desesperadamente rastreamos la ciudad con sus iglesias e imágenes. Era una invención para justificar el hecho de no poder salvar tu vida. El cáncer mata y punto. Vivir, de algún modo, también es ir muriendo, ser muertos por causa del tiempo y las circunstancias a las que nos expone hacer una vida. Rezo a la Santa Cordurita para que no sea cierto, que aleje de mí la esperanza con la que despierto abrazándote. Tenerla junto al pecho, después de un baño con agua de coco y poner azúcar en el shampoo. Dice Iván que no es magia sino leyes físicas, que se neutralizan las energías, se alejan las malas vibras. Una veladora de canela y azúcar, que endulce mi corazón, que el latir del colibrí sea mi alma alegre. Mar dulce. Como tu voz T o este recuerdo. La esperanza de nuevo. Santa Cordurita, te encontré tarde, no quisiste aparecer cuando necesitaba el milagro, agua bendit

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si el futuro es ilusorio y para el pasado es muy tarde, pues nada, bailemos mujer... compremos tres ilusiones para esta noche, abrigadas del recuerdo de esto que nunca fué: embriagarnos de felicidad y mentira mentirle al destino, escondernos en tu cama y mis palabras fingir que fingimos... y si ella llega, encuentre que estando juntas, somos ella pero no queremos saberlo para no perderla

de la dignidad y esas cosas

Aquí voy de nuevo. … encerrada en pensamientos como en la casa, como en la vida y la soledad. Ésta última y primera siempre mía y mi silencio. Otra noche vacía, con hilos que no llegan hasta estas manos cansadas de no empezar. De soledad y silencio esta muralla que me aísla de la idea de mi. Cargo este dolor en la espalda como mi propio peso, puedo sentir como se clava y sube por la espina hasta la memoria, activa recuerdos, daña músculos, daña el alma, solo un poco. La dignidad me quedó en los pies, el espíritu se fue cuando descubrí que Dios era un disfraz del mal para no hacer preguntas tontas. Me quedé sola y sin ganas. Me quedé con tu cuerpo y mis recuerdos, con tu ropa y tu vacío. Mi silencio, el malestar, tus cajones llenos y sin abrir, los míos vacíos y sin mi. ¿Cuál es el camino? He sentido, desde que siento, que esto no es lo que debiera. Mi vida va marcada por una sensación de temporalidad, todo es un mientras, una pausa. Así ha pasado todo el tiempo. De nada a nada. Como s