Saco la imagen que encontré tarde, después de cinco años, en el tercer viaje, justo cuando no era mi intención encontrarla. Desesperadamente rastreamos la ciudad con sus iglesias e imágenes. Era una invención para justificar el hecho de no poder salvar tu vida. El cáncer mata y punto. Vivir, de algún modo, también es ir muriendo, ser muertos por causa del tiempo y las circunstancias a las que nos expone hacer una vida. Rezo a la Santa Cordurita para que no sea cierto, que aleje de mí la esperanza con la que despierto abrazándote. Tenerla junto al pecho, después de un baño con agua de coco y poner azúcar en el shampoo. Dice Iván que no es magia sino leyes físicas, que se neutralizan las energías, se alejan las malas vibras. Una veladora de canela y azúcar, que endulce mi corazón, que el latir del colibrí sea mi alma alegre. Mar dulce. Como tu voz T o este recuerdo. La esperanza de nuevo.
Santa Cordurita, te encontré tarde, no quisiste aparecer cuando necesitaba el milagro, agua bendita en las sienes para que el dolor ceda. Que no se apague la flama de una veladora blanca que murió con la sutileza del silencio. Agua bendita, mar dulce, Santa Cordurita que esta vez sea certero, racional y posible. Tengo un escapulario en el pie derecho, creo que para dar pasos firmes, no errar el camino, no tropezar. Ilumina este camino incierto del amor, porque creo que esta mujer es aquella de la que te hablé antes. A quien estaba esperando mientras hago trazos del destino. Me miró de ese modo que atraviesa el alma como impacto de bala. Nunca he recibido un impacto de bala, sin embargo, sé que así se siente. Morir pero no saber si es real o te conocí en un momento crucial. Sentí en el pecho una agitación que es ansiedad de haberla encontrado y que ella y yo somos la misma sustancia, me di cuenta el día que me miró de ese modo. Ya no importa si soy quién te encuentra o me has encontrado. Lo esencial es el resplandor que trae esta coincidencia, un breve entendiemiento.
Santa Cordurita, su mirada que no puedo quitarme de la mente, ni del corazón ¿la ves? , aquí está. Este símbolo apareció pocos días después de haberla conocido, el electrocardiograma no se equivoca y este corazón funciona perfectamente. El encuentro es en sí la magia, es tu nombre que solo acontece. Vendrá el reconocimiento de nuestras almas que una vez fueron lo mismo, que no han dejado de serlo. También ocurrirá una fusión, una empatía, la identificación profunda con tus ojos contemplados por los míos.
Todo sin saberlo, dejándose fluir con la vida misma. Como solo ser. Igual que la lluvia o están cayendo las hojas. Retomamos nuestro cauce y nos incorporamos a la esencia de donde inició el camino a la nada.
Santa Cordurita, te encontré tarde, no quisiste aparecer cuando necesitaba el milagro, agua bendita en las sienes para que el dolor ceda. Que no se apague la flama de una veladora blanca que murió con la sutileza del silencio. Agua bendita, mar dulce, Santa Cordurita que esta vez sea certero, racional y posible. Tengo un escapulario en el pie derecho, creo que para dar pasos firmes, no errar el camino, no tropezar. Ilumina este camino incierto del amor, porque creo que esta mujer es aquella de la que te hablé antes. A quien estaba esperando mientras hago trazos del destino. Me miró de ese modo que atraviesa el alma como impacto de bala. Nunca he recibido un impacto de bala, sin embargo, sé que así se siente. Morir pero no saber si es real o te conocí en un momento crucial. Sentí en el pecho una agitación que es ansiedad de haberla encontrado y que ella y yo somos la misma sustancia, me di cuenta el día que me miró de ese modo. Ya no importa si soy quién te encuentra o me has encontrado. Lo esencial es el resplandor que trae esta coincidencia, un breve entendiemiento.
Santa Cordurita, su mirada que no puedo quitarme de la mente, ni del corazón ¿la ves? , aquí está. Este símbolo apareció pocos días después de haberla conocido, el electrocardiograma no se equivoca y este corazón funciona perfectamente. El encuentro es en sí la magia, es tu nombre que solo acontece. Vendrá el reconocimiento de nuestras almas que una vez fueron lo mismo, que no han dejado de serlo. También ocurrirá una fusión, una empatía, la identificación profunda con tus ojos contemplados por los míos.
Todo sin saberlo, dejándose fluir con la vida misma. Como solo ser. Igual que la lluvia o están cayendo las hojas. Retomamos nuestro cauce y nos incorporamos a la esencia de donde inició el camino a la nada.
Comentarios
Publicar un comentario