Ir al contenido principal

impermanencia

Mis aspiraciones son seguramente las mismas de millones de individuos (con tanto miedo y tan ciegos como yo).  Las mismas palabras, las mismas preguntas equivocadas, los mismos cuentos de libertad. Buscando como imbéciles del otro lado del aparador y con la llave colgada en el cuello todo el tempo. Todos pagando la cuota por algo que no vamos a obtener jamás, no mientras la búsqueda sea en los mismos lugares.

Me formé entonces en la fila de la insatisfacción y la infelicidad, vi pasar los más bellos atardeceres estando de pie y enojada. Me asumí parte del ejército de los resentidos, haciendo del enojo arma, escudo y disfraz.  Con la inocencia y belleza de un niño que cree no ser visto al taparse el rostro con las manos pequeñitas, creí que enojada no se notaba el miedo, el mismo miedo que ardía en todos los de la fila, aunque hubiesen llegado antes. Una necesidad de pertencer a lo que sea, al sitio equvicado, a la persona ocupada, al lugar donde no cabe ya nada más.


Tropezando con mis decisiones, la única certeza que se me ha manifestado una y otra vez, es la de la impermanencia. La historia me ha reventado realidades en la cara, en el corazón y en el estómago, dejando el dolor y la realidad irrefutable de que nada me ha pertenecido nunca.

Comentarios

Entradas más populares de este blog

grado 45

si el futuro es ilusorio y para el pasado es muy tarde, pues nada, bailemos mujer... compremos tres ilusiones para esta noche, abrigadas del recuerdo de esto que nunca fué: embriagarnos de felicidad y mentira mentirle al destino, escondernos en tu cama y mis palabras fingir que fingimos... y si ella llega, encuentre que estando juntas, somos ella pero no queremos saberlo para no perderla

santa cordurita

Saco la imagen que encontré tarde, después de cinco años, en el tercer viaje, justo cuando no era mi intención encontrarla. Desesperadamente rastreamos la ciudad con sus iglesias e imágenes. Era una invención para justificar el hecho de no poder salvar tu vida. El cáncer mata y punto. Vivir, de algún modo, también es ir muriendo, ser muertos por causa del tiempo y las circunstancias a las que nos expone hacer una vida. Rezo a la Santa Cordurita para que no sea cierto, que aleje de mí la esperanza con la que despierto abrazándote. Tenerla junto al pecho, después de un baño con agua de coco y poner azúcar en el shampoo. Dice Iván que no es magia sino leyes físicas, que se neutralizan las energías, se alejan las malas vibras. Una veladora de canela y azúcar, que endulce mi corazón, que el latir del colibrí sea mi alma alegre. Mar dulce. Como tu voz T o este recuerdo. La esperanza de nuevo. Santa Cordurita, te encontré tarde, no quisiste aparecer cuando necesitaba el milagro, agua bendit...

menos infinito

el álgebra de mis frustraciones resulta en tí, en que soy irremediablemente libre de huir de no estar contigo y dejarte atrás llorarte y dibujarte hasta hacerte salir completa de estas manos que una vez fueron tu envoltura sacarte en lágrimas interminables como la noche primera de nuestros cuerpos hacerte salir de tanto contar tu historia para que se evapore con la tarde apagarte en el sueño de narcóticos y cansancio trabajar, estudiar, crear... llenar mi día de verbos productivos que sustituyan el dolor de no ser el futuro que tus letras de vapor me prometieron el resultado es un absurdo igual al menos infinito después del esfuerzo por sacarte de mis manos, mis ojos, tres líneas y el futuro... nada absurdo obtener nada de la nada como olvidar lo que nunca fué