Que nadie lo diga, y si lo escuchas, no lo creas. Sé que siembro un terreno infértil, donde ya no hay esperanza y el porvenir no florece. Sequía en el alma porque he dejado de llorarte. Aprendí a caminar entre tus sombras, entre tus nunca más, que duraron lo que un comienzo. Cierro los ojos para que no seas cierta y que los ríos lloren porque no me amaste, sin detenerse, solo por el fluir de la vida que nos regresa lo perdido, pero cuando ya lo habíamos olvidado. No ser mas el agua donde sumerges tu sed, ni un recuerdo.
nunca la vida es tan precisa